De nuevo el sol despertando en unos ojos
usados como sábanas cuando me arropo
pues si están cómodos ya no siente frío
la nostálgica piel de este cuerpo mío.
Latidos agitando el pecho moribundo
de quien pensaba no volver a lo taciturno
tras la despedida sin el adiós impreso
en palabras de un corazón quedado preso.
El destino lanzando los azarosos dados
en las noches donde abunda lo extraño
me enfrenta a un sinfín de emociones
aparcadas en el baúl para evitar tensiones.
Bello madrugar de quien no ha dormido
en su intento por romper todos los hilos
que le atan al manantial de unos labios
repletos de ocultos consejos muy sabios.
Respirar en la estancia el pulso altera
cuando el profundo amor se espesa
tras la mirada fija a ese eterno infinito
que es la tez de la musa de este escrito.
Evitado fue el temido y ansiado rencuentro
dada la complejidad de tal esperpento
pero causalidades amoldadas con arcilla
volvieron a encender la humeante cerilla.
Era un precioso recuerdo de la nada
de un sabor con matices de luz clara
en unas manos nunca albergadas
en el silencio ausente de baladas.
Él dispone el tablero con el juego
partiendo de reglas sin consenso
y aunque me alegre del momento
nadie me libra luego del tormento.
Un día decidí escribirle la última
pero mi insensatez hace pública
otra perdida hacia mi palabra
pues hace que mi mente se abra.
¿Será este el final del camino
o queda otro cruce en este timo?,
sin respuestas a las preguntas me hallo
y cometiendo siempre el mismo fallo.
Me declaro culpable de sentir deseo
cada vez que su figura en mi vida veo,
son los dados del destino dándome alas
para luego rasgaras con el disparo de balas.
H.D.